El pasado mes de septiembre, Inglaterra, la cuna del fútbol, recuperó buena parte de la moral dilapidada por los nefastos resultados cosechados por su selección en los últimos tiempos. La culpa de este pequeño impulso la tuvo un veloz extremo que anotó tres de los cuatro goles que los británicos le endosaron al combinado nacional de Croacia (1-4) en partido de clasificación para el Mundial 2010 (ver artículo).
El futbolista era Theo Walcott, un joven jugador del Arsenal al que Arsene Wenger ha intentado proteger, sin demasiado éxito, de la desmedida presión que ejercen los medios de comunicación británicos (ver artículo) y que, en la actualidad, se recupera de una lesión de hombro (...)
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